La situación se complica porque las compañías que integran el consorcio Elohim Chalhuanca, a cargo de la construcción, fueron señaladas como “empresas cascarón”, sin respaldo financiero ni dirección legal clara. Incluso se vincula a la empresaria Lucero Coca con la adjudicación del proyecto, acusada de inflar capital mediante bonos para acceder a la licitación. Estos cuestionamientos han encendido las alarmas sobre la viabilidad de la obra.
Ante la falta de transparencia, los trabajadores temen que la construcción quede abandonada. Ellos aseguran que ya no cuentan con recursos para subsistir y reclaman que EsSalud y las empresas contratistas asuman sus responsabilidades. “Solo nos dan excusas, pero el dinero nunca llega”, señalaron durante la protesta, mientras exigían la intervención inmediata de las autoridades.
La población chalhuanquina observa con preocupación cómo un proyecto emblemático para mejorar la atención en salud se ve entrampado en denuncias, deudas y posibles irregularidades.
Mientras tanto, los obreros advierten que continuarán con las medidas de fuerza hasta lograr el pago de sus haberes y la garantía de que el hospital no se convierta en una obra más inconclusa en Apurímac.